En la actualidad la Glorieta
Cervantina del Parque de María Luisa permanece semioculta tras paredes de setos
y bajo el voluminoso porte de la enorme araucaria que se plantó cuando se inauguró
allá por 1916.
En su construcción se recurrió a los
materiales propios del estilo regionalista, con especial protagonismo de la
cerámica. Los cuatro bancos de ladrillo se disponen sobre plataformas en torno
al árbol que sirve como elemento central de la composición, formando un
recogido espacio octogonal. En el pavimento se combinan mazaríes y olambrillas
con motivos quijotescos, y dos cenefas con textos alusivos a la influencia de
Sevilla en la obra cervantina delimitan el alcorque del árbol y el borde de los
cuatro bancos.
En los respaldos y asientos de los
bancos el relato de El Ingenioso Hidalgo
Don Quijote de la Mancha quedó resumido en azulejos polícromos realizados
con la técnica de la cuerda seca. La serie recoge una versión ilustrada de las
dos partes de la novela en 344 escenas de diferentes tamaños, algunas de ellas
formadas por más de una pieza. Los bordes superiores de los bancos también
están recubiertos con olambrillas de la misma temática, y los conjuntos
aparecen enmarcados por cenefas con óvalos en los que se alternan el NO8DO (símbolo
de la ciudad) con las siglas EHA (Exposición Hispano Americana), remarcando la
relación de este espacio con la etapa inicial de los preparativos de la Exposición.
Detalle del comienzo de la serie de azulejos de la Glorieta Cervantina. Fotografía: Rafael Maldonado y Víctor Heredia |
Las librerías ubicadas en dos de los
laterales –que recuerdan su función de biblioteca pública gratuita- sirvieron
de pedestales, inicialmente, a jarrones cerámicos, más tarde sustituidos por sendas
esculturas de Don Quijote y Sancho Panza sobre sus respectivas monturas,
ejecutadas en barro cocido por Eduardo Muñoz, que desaparecieron
posteriormente. Ambas figuras fueron repuestas cuando se restauró la glorieta
con motivo de la Exposición Universal de 1992, aunque de nuevo fueron
sustraídas poco después. En los frentes de los anaqueles aparecían reseñados
años y lugares de la vida de Miguel de Cervantes, desde su nacimiento en Alcalá
de Henares en 1547 hasta su muerte en Madrid en 1616, pasando por Roma, Argel y
Sevilla (en la actualidad falta uno de estos frontales, seguramente referido a
Lepanto). Los laterales estaban decorados con mosaicos dedicados al propio
Cervantes y a sus famosos personajes, realizados con la técnica del azulejo
liso pintado (seguramente repuestos en restauraciones posteriores). En la parte
inferior había cartelas con el título de la Exposición Hispanoamericana y con
una copia ilegible de un texto manuscrito de Cervantes, con su firma.
La inspiración gráfica procede de las
ilustraciones de la lujosa edición del llamado Quijote del Centenario, publicado entre 1905 y 1908 con dibujos
realizados en su mayor parte por el pintor sevillano José Jiménez Aranda
(1837-1903). Fue el propio Aníbal González el que indicó que los azulejos
serían realizados en base a los diseños de Jiménez Aranda, según el profesor
Alfonso Pleguezuelo.
Azulejo con el nombre de Pedro Borrego. Fotografía: Rafael Maldonado y Víctor Heredia |
El conjunto ha sido definido por
Mercedes Espiau «como un monumento a la lengua castellana, matizando así la
idea original de crear un monumento a Cervantes e introduciendo una dimensión
simbólica más amplia que pone en relación a España y América a través del
elemento común que es la lengua». En este sentido, los azulejos de la glorieta
del Parque de María Luisa obtuvieron un éxito inmediato y estimularon un
renovado interés por Cervantes y el Quijote.
Por un lado, las principales casas productoras de azulejos de Triana comenzaron
a comercializar piezas de tema cervantino. Por otro, la Glorieta se convirtió
en un modelo admirado por las personalidades que visitaban la ciudad y
empezaron a llegar solicitudes para instalar réplicas en otros puntos de España
y América.
Último azulejo de la serie, con el epitafio de Sansón Carrasco. Fotografía: Rafael Maldonado y Víctor Heredia |
Para saber más:
-Espiau,
Mercedes (1993). El monumento público en
Sevilla, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, pp. 228-230.
-Pérez
Carrera, Francisco M. (2007). “Don Quijote en los espacios públicos sevillanos.
Estudio de materiales didácticos”. En Actas
del Congreso “Cervantes, el Quijote y Andalucía”, Tomares, Asociación
Andaluza de Profesores de Español “Elio Antonio de Nebrija”, pp. 257-264.