lunes, 22 de abril de 2019

LA GLORIETA CERVANTINA DEL PARQUE DE MARÍA LUISA DE SEVILLA (II)


En la actualidad la Glorieta Cervantina del Parque de María Luisa permanece semioculta tras paredes de setos y bajo el voluminoso porte de la enorme araucaria que se plantó cuando se inauguró allá por 1916.

En su construcción se recurrió a los materiales propios del estilo regionalista, con especial protagonismo de la cerámica. Los cuatro bancos de ladrillo se disponen sobre plataformas en torno al árbol que sirve como elemento central de la composición, formando un recogido espacio octogonal. En el pavimento se combinan mazaríes y olambrillas con motivos quijotescos, y dos cenefas con textos alusivos a la influencia de Sevilla en la obra cervantina delimitan el alcorque del árbol y el borde de los cuatro bancos.

En los respaldos y asientos de los bancos el relato de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha quedó resumido en azulejos polícromos realizados con la técnica de la cuerda seca. La serie recoge una versión ilustrada de las dos partes de la novela en 344 escenas de diferentes tamaños, algunas de ellas formadas por más de una pieza. Los bordes superiores de los bancos también están recubiertos con olambrillas de la misma temática, y los conjuntos aparecen enmarcados por cenefas con óvalos en los que se alternan el NO8DO (símbolo de la ciudad) con las siglas EHA (Exposición Hispano Americana), remarcando la relación de este espacio con la etapa inicial de los preparativos de la Exposición.


Detalle del comienzo de la serie de azulejos de la Glorieta Cervantina.
Fotografía: Rafael Maldonado y Víctor Heredia
Las librerías ubicadas en dos de los laterales –que recuerdan su función de biblioteca pública gratuita- sirvieron de pedestales, inicialmente, a jarrones cerámicos, más tarde sustituidos por sendas esculturas de Don Quijote y Sancho Panza sobre sus respectivas monturas, ejecutadas en barro cocido por Eduardo Muñoz, que desaparecieron posteriormente. Ambas figuras fueron repuestas cuando se restauró la glorieta con motivo de la Exposición Universal de 1992, aunque de nuevo fueron sustraídas poco después. En los frentes de los anaqueles aparecían reseñados años y lugares de la vida de Miguel de Cervantes, desde su nacimiento en Alcalá de Henares en 1547 hasta su muerte en Madrid en 1616, pasando por Roma, Argel y Sevilla (en la actualidad falta uno de estos frontales, seguramente referido a Lepanto). Los laterales estaban decorados con mosaicos dedicados al propio Cervantes y a sus famosos personajes, realizados con la técnica del azulejo liso pintado (seguramente repuestos en restauraciones posteriores). En la parte inferior había cartelas con el título de la Exposición Hispanoamericana y con una copia ilegible de un texto manuscrito de Cervantes, con su firma.


La inspiración gráfica procede de las ilustraciones de la lujosa edición del llamado Quijote del Centenario, publicado entre 1905 y 1908 con dibujos realizados en su mayor parte por el pintor sevillano José Jiménez Aranda (1837-1903). Fue el propio Aníbal González el que indicó que los azulejos serían realizados en base a los diseños de Jiménez Aranda, según el profesor Alfonso Pleguezuelo.

Azulejo con el nombre de Pedro Borrego.
Fotografía: Rafael Maldonado y Víctor Heredia
 Francisco M. Pérez Carrera localizó en uno de los azulejos la firma del pintor Pedro Borrego Bocanegra, quien sería por tanto el autor de los dibujos, dato corroborado por una mención de Alejandro Guichot en el segundo volumen de su obra El cicerone de Sevilla. Monumentos y Bellas Artes (compendio histórico de vulgarización), publicada en 1935. Las piezas fueron fabricadas en los talleres de Manuel Ramos Rejano, una de las prestigiosas casas proveedoras de materiales cerámicos para la Exposición. Aunque ha existido cierta confusión tanto en lo que respecta al fabricante como a la datación de los azulejos de la Glorieta, un documento localizado en el Archivo Municipal de Sevilla por D. Juan José Cabrero Nieves (a quien agradecemos su colaboración) aclara totalmente la procedencia de Ramos Rejano y su realización en 1916.

El conjunto ha sido definido por Mercedes Espiau «como un monumento a la lengua castellana, matizando así la idea original de crear un monumento a Cervantes e introduciendo una dimensión simbólica más amplia que pone en relación a España y América a través del elemento común que es la lengua». En este sentido, los azulejos de la glorieta del Parque de María Luisa obtuvieron un éxito inmediato y estimularon un renovado interés por Cervantes y el Quijote. Por un lado, las principales casas productoras de azulejos de Triana comenzaron a comercializar piezas de tema cervantino. Por otro, la Glorieta se convirtió en un modelo admirado por las personalidades que visitaban la ciudad y empezaron a llegar solicitudes para instalar réplicas en otros puntos de España y América.

Último azulejo de la serie, con el epitafio de Sansón Carrasco.
Fotografía: Rafael Maldonado y Víctor Heredia
Para saber más:

-Espiau, Mercedes (1993). El monumento público en Sevilla, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, pp. 228-230.

-Pérez Carrera, Francisco M. (2007). “Don Quijote en los espacios públicos sevillanos. Estudio de materiales didácticos”. En Actas del Congreso “Cervantes, el Quijote y Andalucía”, Tomares, Asociación Andaluza de Profesores de Español “Elio Antonio de Nebrija”, pp. 257-264.



jueves, 4 de abril de 2019

LA GLORIETA CERVANTINA DEL PARQUE DE MARÍA LUISA DE SEVILLA (I)


El ambiente cervantista que bullía en la ciudad de Sevilla a principios del siglo XX tuvo su reflejo en los actos conmemorativos del tercer centenario de la muerte de Miguel de Cervantes y en la colocación de una serie de mosaicos cerámicos en diferentes espacios urbanos que eran mencionados en sus obras. También en esa época se erige en Sevilla el primer monumento público relacionado con Cervantes y el Quijote. Se trata de la denominada Glorieta de Cervantes, o Rotonda del Quijote, de la Plaza de América, en el Parque de María Luisa.


Su construcción se inserta en el largo período de gestación del proyecto de Exposición Hispanoamericana, que había surgido en 1909  y que por diversas causas se fue postergando hasta celebrarse finalmente en 1929. Este proyecto incluía entre sus realizaciones la exaltación del Quijote como gran monumento literario del idioma español, lengua que daba cohesión a los pueblos hispanoamericanos. Posteriormente el ámbito de la exposición se amplió a Portugal y Brasil, diluyendo de alguna manera el papel concedido inicialmente al español como aglutinante cultural. A partir de 1922 se denominó oficialmente Exposición Iberoamericana.

El diseño inicial que Aníbal González realizó de la Plaza de América como espacio destinado a los pabellones permanentes de la Exposición incluía la ubicación de un gran monumento a Miguel de Cervantes, que se situaría en el extremo occidental, junto al Paseo de las Delicias. El proyecto que el escultor Lorenzo Coullaut-Valera realizó en 1913 –y del que se trata más ampliamente en otra entrada de este blog- finalmente no se llevó a cabo, aunque sirvió de inspiración para el que años después se levantó en la Plaza de España de Madrid.

De todos modos, cuando en abril de 1916 se inauguró la Plaza de América sí existía un espacio de homenaje a Cervantes, una glorieta situada precisamente enfrente de otra dedicada al cervantista Francisco Rodríguez Marín, personalidad muy comprometida con la divulgación de la obra cervantina, resultando “dos pequeños espacios cargados de intimismo que se cierran sobre sí mismos” (Mercedes Espiau, El monumento público en Sevilla, Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla, 1993, pp. 228-230).

La glorieta de la Plaza de América fue diseñada en un estilo regionalista por el arquitecto Aníbal González, con el asesoramiento precisamente de Rodríguez Marín, quien planteó un monumento que simbolizara el hermanamiento entre España y América a través de la lengua común. La Glorieta Cervantina estaba concebida como un espacio recogido dedicado a la lectura, por lo que contaba con anaqueles para albergar libros y publicaciones que estaban al alcance del público, convirtiéndose por tanto en una biblioteca pública al aire libre. 

Antigua postal coloreada de la Glorieta Cervantina o de Don Quijote (hacia 1921)

Sobre una planta octogonal se disponen cuatro bancos de ladrillo visto y dos pequeñas librerías recubiertas de casi 350 azulejos con la representación de escenas del Quijote en diferentes tamaños y con un vistoso colorido, distribuidos entre los asientos y los respaldos.

En el centro se plantó una araucaria y en el suelo se dispuso una cenefa con un texto relativo a la influencia de la ciudad hispalense en su autor: “Sevilla es haber comunicado su espíritu con el espíritu de Miguel de Cervantes Saavedra influyendo así la ciudad del Betis y alma de Andalucía en la creación y feliz término de la obra portentosa El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, libro que vive en todos los pueblos y entre todos los hombres. Regocijo, enseñanza y monumento altísimo levantado sobre el pedestal de la raza hispana”.

Años después de su inauguración, encima de las librerías se colocaron sendas esculturas de Don Quijote y Sancho Panza sobre sus respectivas monturas, ejecutadas en barro cocido por Eduardo Muñoz y Martínez, que desaparecieron posteriormente. 

Aspecto actual de la Glorieta Cervantina. Fotografía: Rafael Maldonado y Víctor Heredia
Este modelo de glorieta intimista, que combinaba el regionalismo arquitectónico y el tema literario en base al Quijote, gozó de un gran éxito y fue imitado en otros lugares de España y América en los años siguientes, como veremos.

Para saber más: