Aunque
existen antecedentes del uso de los personajes de Cervantes en cerámica
decorativa y arquitectónica producida en Alcora, Valencia y Talavera de la Reina
desde el siglo XVIII, la auténtica eclosión del tema quijotesco en la
azulejería tendrá lugar durante el primer tercio del XX con los talleres
sevillanos como verdaderos impulsores de la utilización de las aventuras de
Alonso Quijano como motivo destacado de la ornamentación de sus productos.
Pero
para entender el contexto de este proceso debemos situarnos en el momento
histórico. El renovado interés por el Quijote
y Cervantes que se despertó a principios del siglo XX, coincidiendo con sus respectivos
tricentenarios de 1905 y 1916, ayudó a reactivar el papel de referencias
capitales de la cultura hispánica dela novela y de su autor. Es a partir de entonces,
desde la década de 1910, cuando los motivos extraídos del Quijote se convierten en una temática recurrente en los catálogos
de los centros productores de cerámica, especialmente en Talavera de la Reina y
en Sevilla.Las posibilidades gráficas de la novela y el carácter artístico del
resurgir de la cerámica trianera, que había adoptado procedimientos y técnicas
vinculadas a la industrialización, propiciaron que las principales casas
productoras de azulejos prepararan mosaicos y series basadas en las andanzas
del Hidalgo de la Mancha, generalmente a partir de las ilustraciones del pintor
hispalense José Jiménez Aranda contenidas en el llamado Quijote del Centenario.
La
labor de destacados especialistas en la obra de Cervantes hizo que el recuerdo
del escritor estuviera muy presente en la ciudad de Sevilla durante los
primeros años del siglo XX. La lápida colocada en 1905 en el lugar de la
antigua Cárcel Real o el proyecto de un gran monumento a Cervantes preparado
por Lorenzo Coullaut Valera son buenas pruebas de ello y de la imbricación de
esa presencia cervantina en los momentos iniciales de la entonces todavía
denominada Exposición Hispanoamericana. Los primeros antecedentes del uso cerámico
de la temática cervantina hay que buscarlos en los paneles instalados en varios
espacios públicos de la ciudad con motivo del centenario de la muerte del
escritor en 1916 y, especialmente, en la Glorieta de Cervantes del Parque de
María Luisa, concebida dentro de los proyectos de urbanización preparatorios de
la Exposición Iberoamericana y de la que hablaremos en otra entrada de este
blog.
Mosaico cerámico instalado con motivo del tercer centenario de Cervantes en la sevillana Plaza del Pan. Fotografía: Víctor Heredia |
Una
vez que se puso en marcha el proyecto de la exposición, con el apoyo de las
administraciones local y central, comenzaron los trabajos para adecuar los espacios y las
infraestructuras necesarias. El Comité encargó en 1910 al prestigioso
jardinero francés Forestier el proyecto de reforma de los jardines del Parque
de María Luisa, que iban a formar parte del recinto expositivo. En la
adecuación del Parque de María Luisa fue trascendental la actuación del
arquitecto de la exposición, Aníbal González, quien intervino diseñando los
elementos monumentales, que tomaban como referencia el homenaje a autores
literarios estrechamente vinculados a la ciudad.
La
Plaza de América fue diseñada por Aníbal González como un espacio que
centralizaba el sector de pabellones permanentes de la aún denominada por
entonces Exposición Hispanoamericana. La Plaza de América se configuraba como
un cuadrilongo limitado por tres pabellones: el Real, el de Bellas Artes y el
de Industrias y Artes Decorativas, cada uno con un estilo de inspiración
hispánica de carácter medieval y renacentista (mudéjar, gótico y plateresco),
quedando el cuarto lado cerrado por un elemento de alto valor simbólico, el
monumento a Cervantes, que debería haber ido situado en el extremo más próximo
al Paseo de las Delicias. El mensaje historicista que ponía el acento en la
gloriosa época imperial de los siglos XV y XVI se veía complementado por la
exaltación de la lengua como herramienta unificadora de los pueblos de ambas
orillas del Atlántico.
Aníbal González proyectó, por tanto, un gran
monumento dedicado a Miguel de Cervantes como elemento principal de la Plaza de
América. El escultor Lorenzo Coullaut Valera (1876-1932) presentó en abril de
1913 un boceto de dicho monumento que meses más tarde ofreció al Comité
Ejecutivo de la Exposición Hispanoamericana, valorando su ejecución en 300.000
pesetas de la época. El proyecto fue bien recibido por el Comité y se remitió a
la Academia de Santa Isabel de Hungría para que esta institución emitiera el
pertinente informe.
Proyecto de Lorenzo Coullaut Valera para el monumento a Cervantes en Sevilla. Fuente: Hemeroteca digital de ABC |
El conjunto destacaba aquellos elementos
iconográficos que relacionaban al escritor con la ciudad de Sevilla. Sobre un
muro cóncavo decorado con motivos platerescos, en el centro se alzaba la efigie
de Cervantes, de pie sobre un pedestal. En la escalinata aparecían los perros Cipión
y Berganza manteniendo su coloquio y en los machones laterales, adelantados
sobre el fondo, dos grupos escultóricos, representando el de la izquierda una
escena de El celoso extremeño y el de
la derecha un pasaje de la comedia El
rufián dichoso. En la parte superior, dominando el conjunto, las figuras de
Don Quijote y Sancho sobre sus respectivas monturas a la carrera en el episodio
de los molinos de viento. En ambos extremos, y a los lados de los protagonistas,
quedaban las dos imágenes de Dulcinea del Toboso y Aldonza Lorenzo,
interpretaciones del mismo personaje femenino según la visión de Don Quijote y
de Sancho Panza, respectivamente1.
El proyecto fue finalmente desechado por su elevado
coste, y algunas ideas fueron reutilizadas por Coullaut Valera en el boceto que
ganó el concurso nacional convocado en 1915 para erigir un monumento a
Cervantes en la madrileña Plaza de España, que fue inaugurado en 1929 –aunque
no se completó hasta 1957-. Pero la intención de homenajear a Cervantes en el
Parque de María Luisa no quedó en el olvido y pronto se recuperó de una forma
muy diferente.
Monumento dedicado a Cervantes en la Plaza de España de Madrid, de Coullaut Valera. Fotografía: Víctor Heredia. |
[1].Una imagen y una
descripción del boceto de Coullaut Valera para el monumento sevillano a
Cervantes, firmada por Luis de Cartagena, en el diario ABC (Madrid) de 22 de marzo de 1925.