Yo
apostaré—dijo Sancho—que antes de mucho tiempo no ha de
haber bodegón, venta ni mesón o tienda de barbero donde no ande pintada la
historia de nuestras hazañas.
La deslumbrante
galería de El Quijote del Gaona, situada en los pasillos de la planta principal
de la casa de estudios del instituto, es la mayor colección cerámica de
temática quijotesca conocida hasta el momento. Fabricada en la casa trianera
Mensaque, Rodríguez y Cía., está
emparentada con otras colecciones nacionales, como la existente en la Casa de
Blas Infante en Coria del Río, la de la antigua fonda de la estación de Alcázar
de San Juan y la del Castillo de las Arguijuelas de Arriba en Cáceres. Su
datación se sitúa hacia el año 1935, coincidiendo con la época de mayor
difusión de este tipo de zócalos quijotescos, entre los años 1916 y 1936,
durante los preparativos de la Exposición Iberoamericana de Sevilla y los
momentos inmediatamente posteriores. Mientras que la mayor parte de las piezas
se corresponden con azulejos de arista, los que tienen motivos extraídos del Quijote fueron realizados con la técnica
de la cuerda seca, técnica de origen árabe cuyo desarrollo fue evolucionando a lo largo de los siglos,
mejorándose y perfeccionándose hasta conseguir resultados muy vistosos.
El Quijote del Centenario, la lujosa edición ilustrada en ocho
volúmenes de las aventuras del hidalgo manchego que realizó Jiménez Aranda en
1905, fue el que sirvió de referencia para los artesanos de los talleres
cerámicos de Triana. Las escenas de la galería del Gaona comprenden los once
primeros capítulos de la novela, que son precisamente los incluidos en el tomo
primero de la obra de Jiménez Aranda, existiendo una correspondencia
prácticamente absoluta entre las láminas del Quijote del Centenario y los azulejos narrativos de la galería,
permitiendo la lectura de la obra cervantina como si de una novela gráfica se
tratara; apenas hay errores de
colocación en dos de las tres series que se pueden contemplar. Podemos iniciar
nuestra lectura a partir de cualquiera de los tres puntos de comienzo de la
novela que posee el conjunto, situados nada más llegar a la galería por la
escalera principal. Nos introducen en ella un azulejo con un retrato de Cervantes y otro con
la perspectiva de un pueblo con la leyenda «En un lugar de La Mancha», comenzando
entonces un recorrido zigzagueante en vertical hasta su conclusión final.
Las cifras de la galería son impresionantes: el zócalo alcanza una altura de 173 centímetros y se extiende por 32 paneles de diferentes anchuras con una longitud de 83,56 metros, ocupando el conjunto una superficie total de 144,55 metros cuadrados. El número de azulejos con escenas quijotescas asciende a 801. La suma de todas las piezas de azulejos que componen el zócalo, tanto las que tienen escenas como las que forman los marcos, las guardillas superior e inferior y el remate, supone una cifra aproximada de unas 7.900 piezas. Cada serie cuenta con 204 escenas dispuestas correlativamente, aunque en una de ellas la continuidad se rompe, aproximadamente, a los 150 azulejos. Se detectan algunos casos aislados de piezas repetidas o desubicadas, que no se corresponden con el sentido de la narración, quizás sustituyendo a otras perdidas, así como la presencia de piezas «intrusas» (por su colorido o su dibujo), que podrían proceder de otro fabricante o de otras tiradas del mismo taller, y que incluso podrían ilustrar otros capítulos de la novela. Estos elementos, y muchos otros singulares que podemos encontrar, aumentan su riqueza e incrementan el interés de la colección.
La colección cerámica del IES Vicente Espinel se nos presenta como
un conjunto único por sus dimensiones, por su extraordinario estado de
conservación y por su instalación en un edificio oficial de uso docente. Su
singularidad se acrecienta al revelarse su uso didáctico, pues solo esa intencionalidad,
acorde con el espacio en el que está situada, pudo impulsar la colocación ordenada de las piezas de forma
que permitiera seguir su lectura. Este blog es una invitación a recorrer la
galería, iniciarse en la lectura de las hazañas quijotescas a través de un
genuino comic del primer tercio del siglo XX, reconocer personajes y escenas,
descubrir un nuevo Quijote que
siempre estuvo ahí.
En la prensa:
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