La celebración del tercer
centenario de la publicación del Quijote,
en 1905, tuvo lugar en un marco social y político marcado por la proximidad
cronológica del Desastre del 98 y la conciencia generalizada de una necesaria
regeneración del país. Esta conciencia hizo que la obra de Cervantes fuera
tomada como punto de referencia de esa regeneración y adquiriera una evidente
carga ideológica. Entonces la prensa tuvo un protagonismo muy especial, y de
hecho la iniciativa de celebrar el tercer centenario partió de un periodista,
Mariano de Cavia, desde las páginas de El
Imparcial y fue secundada por el resto de los periódicos más influyentes
del momento. En el caso de Málaga la prensa local dedicó gran parte de sus
escasas hojas al acontecimiento, en cuya conmemoración tuvo un importante papel
el por entonces denominado Instituto General y Técnico ubicado en el histórico
caserón de la calle Gaona.
La Junta oficial creada por
el gobierno para coordinar los actos del tercer centenario acordó que “las
fiestas y solemnidades” previstas en todo el país tuviesen lugar en los días 7,
8 y 9 de mayo de 1905, que fueron declarados festivos en los centros de
enseñanza, recomendando a los centros docentes de todos los niveles educativos
(universidades, institutos, escuelas normales y especiales y escuelas de
primaria) que celebraran algún acto el día 8 de mayo.
Aunque el Instituto
malagueño atravesaba una profunda crisis, paralela al estado depresivo general
de la enseñanza media oficial en los primeros años del siglo XX, afrontó esta
efeméride con un claro empeño en conseguir una cierta proyección en la sociedad
local. El origen de la celebración estuvo en una convocatoria realizada por el
gobernador civil en el mes de febrero, que contó con la participación de
autoridades, entidades y particulares interesados. De esa reunión surgió una
junta organizadora presidida por el director del Instituto, Mariano Pérez
Olmedo, quien trabajó en la preparación del acontecimiento en estrecha
colaboración con el secretario del centro, Bernardo del Saz, y el cronista de
la provincia, Narciso Díaz de Escovar. En los tres meses siguientes esta
comisión preparó un programa de actos para la segunda semana de mayo, ajustándose
a los escasos recursos disponibles, ya que “el gobierno que ordenó las fiestas
en honor de Cervantes no ha contribuido con una sola peseta”. Los centros
docentes implicados en la organización de los actos fueron el Instituto, la
Escuela Normal de Maestras y la Escuela de Artes y Oficios.
La denominada “Fiesta del
Quijote” comenzó el día 8 de mayo con una misa de campaña, un desfile militar y
el reparto de ejemplares de la obra de Cervantes a los niños de las escuelas
públicas. Junto al tomo del Quijote
se entregó a los alumnos el folleto editado por el catedrático del Instituto
Manuel Esteban Herizo titulado Idea de
Cervantes y del Quijote, para lo que el autor había donado mil ejemplares.
Noticia de los actos celebrados en Málaga en el libro de Sawa y Pablo Becerra Crónica del Centenario del Don Quijote (Madrid, 1905) |
Pero los dos actos centrales
tuvieron lugar en el Instituto. Uno fue la exposición cervantina que se instaló
en el salón de actos, en la que se podían ver más de setenta ediciones del Quijote
-entre ellas varias de los siglos XVII y XVIII-, numerosos folletos y
documentos curiosos, reproducciones fotográficas enviadas por el pintor Moreno
Carbonero, un busto de Cervantes ejecutado en yeso por el escultor Diego García
Carrera y, como elemento más llamativo, “el mosaico ya famoso descubierto en
Ronda y adquirido por el aventajado pintor malagueño D. Enrique Jaraba,
fabricado con la mejor loza y el más puro estilo talaverano del siglo XVII,
compuesto de más de ochocientos azulejos cuya combinación reproduce escenas
principales del Quijote, encuadradas en dos orlas primorosas”. Según el
diario La Unión Mercantil se trataba
de una solería procedente del salón principal o estrado de honor de una casa
señorial de Ronda que había sido demolida. El mosaico constaba de 903 piezas
cuadradas de 20 centímetros de lado que ocupaban una superficie de 36,12 metros
cuadrados y reproducía tres escenas de la obra cervantina. En el diario El Popular se comentaba al respecto:
“Pero el número de mayor atracción es, sin duda alguna, la magnífica solería
descubierta por el notable pintor malagueño don Enrique Jaraba en la histórica
villa de Ronda. Único ejemplar en su género representa escenas del Quijote dibujadas con estilo casi
infantil, digno de la remota época en que fueron conocidos los azulejos que la
componen”.
Invitación a los actos que se celebraron el 8 de mayo de 1905 (Archivo Díaz de Escovar-Fundación Unicaja) |
En un artículo aparecido en El Cronista del 9 de mayo, y citado por
Eduardo Fabre en su libro Enrique Jaraba
Jiménez. Un pintor empresario en la Málaga de principios del siglo XX(
Universidad de Málaga, 2002), el musicólogo Rafael Mitjana afirmaba que el
hallazgo se produjo cuando Jaraba se encontraba en la ciudad del Tajo y casualmente
pasó delante de la casa en demolición, situada en la calle Gamero o Corvacho,
en el Campillo, por donde se baja a los molinos del Guadalevín. Este mosaico,
del que no disponemos de más testimonios y del que carecemos de imágenes, debió
ser una de las muestras más antiguas de la cerámica arquitectónica española,
aunque las escasas referencias no indican con exactitud su procedencia y su
cronología ni tampoco las escenas que reproducía.
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