miércoles, 30 de enero de 2019

BUSCANDO EL ORIGEN. EL FRUSTRADO MONUMENTO A CERVANTES EN LA EXPOSICIÓN IBEROAMERICANA DE SEVILLA


Aunque existen antecedentes del uso de los personajes de Cervantes en cerámica decorativa y arquitectónica producida en Alcora, Valencia y Talavera de la Reina desde el siglo XVIII, la auténtica eclosión del tema quijotesco en la azulejería tendrá lugar durante el primer tercio del XX con los talleres sevillanos como verdaderos impulsores de la utilización de las aventuras de Alonso Quijano como motivo destacado de la ornamentación de sus productos.


Pero para entender el contexto de este proceso debemos situarnos en el momento histórico. El renovado interés por el Quijote y Cervantes que se despertó a principios del siglo XX, coincidiendo con sus respectivos tricentenarios de 1905 y 1916, ayudó a reactivar el papel de referencias capitales de la cultura hispánica dela novela y de su autor. Es a partir de entonces, desde la década de 1910, cuando los motivos extraídos del Quijote se convierten en una temática recurrente en los catálogos de los centros productores de cerámica, especialmente en Talavera de la Reina y en Sevilla.Las posibilidades gráficas de la novela y el carácter artístico del resurgir de la cerámica trianera, que había adoptado procedimientos y técnicas vinculadas a la industrialización, propiciaron que las principales casas productoras de azulejos prepararan mosaicos y series basadas en las andanzas del Hidalgo de la Mancha, generalmente a partir de las ilustraciones del pintor hispalense José Jiménez Aranda contenidas en el llamado Quijote del Centenario.


La labor de destacados especialistas en la obra de Cervantes hizo que el recuerdo del escritor estuviera muy presente en la ciudad de Sevilla durante los primeros años del siglo XX. La lápida colocada en 1905 en el lugar de la antigua Cárcel Real o el proyecto de un gran monumento a Cervantes preparado por Lorenzo Coullaut Valera son buenas pruebas de ello y de la imbricación de esa presencia cervantina en los momentos iniciales de la entonces todavía denominada Exposición Hispanoamericana. Los primeros antecedentes del uso cerámico de la temática cervantina hay que buscarlos en los paneles instalados en varios espacios públicos de la ciudad con motivo del centenario de la muerte del escritor en 1916 y, especialmente, en la Glorieta de Cervantes del Parque de María Luisa, concebida dentro de los proyectos de urbanización preparatorios de la Exposición Iberoamericana y de la que hablaremos en otra entrada de este blog.


Mosaico cerámico instalado con motivo del tercer centenario de Cervantes en la sevillana Plaza del Pan.
Fotografía: Víctor Heredia

Una vez que se puso en marcha el proyecto de la exposición, con el apoyo de las administraciones local y central, comenzaron los trabajos para adecuar los espacios y las infraestructuras necesarias. El Comité encargó en 1910 al prestigioso jardinero francés Forestier el proyecto de reforma de los jardines del Parque de María Luisa, que iban a formar parte del recinto expositivo. En la adecuación del Parque de María Luisa fue trascendental la actuación del arquitecto de la exposición, Aníbal González, quien intervino diseñando los elementos monumentales, que tomaban como referencia el homenaje a autores literarios estrechamente vinculados a la ciudad.

La Plaza de América fue diseñada por Aníbal González como un espacio que centralizaba el sector de pabellones permanentes de la aún denominada por entonces Exposición Hispanoamericana. La Plaza de América se configuraba como un cuadrilongo limitado por tres pabellones: el Real, el de Bellas Artes y el de Industrias y Artes Decorativas, cada uno con un estilo de inspiración hispánica de carácter medieval y renacentista (mudéjar, gótico y plateresco), quedando el cuarto lado cerrado por un elemento de alto valor simbólico, el monumento a Cervantes, que debería haber ido situado en el extremo más próximo al Paseo de las Delicias. El mensaje historicista que ponía el acento en la gloriosa época imperial de los siglos XV y XVI se veía complementado por la exaltación de la lengua como herramienta unificadora de los pueblos de ambas orillas del Atlántico.

Aníbal González proyectó, por tanto, un gran monumento dedicado a Miguel de Cervantes como elemento principal de la Plaza de América. El escultor Lorenzo Coullaut Valera (1876-1932) presentó en abril de 1913 un boceto de dicho monumento que meses más tarde ofreció al Comité Ejecutivo de la Exposición Hispanoamericana, valorando su ejecución en 300.000 pesetas de la época. El proyecto fue bien recibido por el Comité y se remitió a la Academia de Santa Isabel de Hungría para que esta institución emitiera el pertinente informe.

Proyecto de Lorenzo Coullaut Valera para el monumento a Cervantes en Sevilla. Fuente: Hemeroteca digital de ABC


El conjunto destacaba aquellos elementos iconográficos que relacionaban al escritor con la ciudad de Sevilla. Sobre un muro cóncavo decorado con motivos platerescos, en el centro se alzaba la efigie de Cervantes, de pie sobre un pedestal. En la escalinata aparecían los perros Cipión y Berganza manteniendo su coloquio y en los machones laterales, adelantados sobre el fondo, dos grupos escultóricos, representando el de la izquierda una escena de El celoso extremeño y el de la derecha un pasaje de la comedia El rufián dichoso. En la parte superior, dominando el conjunto, las figuras de Don Quijote y Sancho sobre sus respectivas monturas a la carrera en el episodio de los molinos de viento. En ambos extremos, y a los lados de los protagonistas, quedaban las dos imágenes de Dulcinea del Toboso y Aldonza Lorenzo, interpretaciones del mismo personaje femenino según la visión de Don Quijote y de Sancho Panza, respectivamente1.

El proyecto fue finalmente desechado por su elevado coste, y algunas ideas fueron reutilizadas por Coullaut Valera en el boceto que ganó el concurso nacional convocado en 1915 para erigir un monumento a Cervantes en la madrileña Plaza de España, que fue inaugurado en 1929 –aunque no se completó hasta 1957-. Pero la intención de homenajear a Cervantes en el Parque de María Luisa no quedó en el olvido y pronto se recuperó de una forma muy diferente.

Monumento dedicado a Cervantes en la Plaza de España de Madrid, de Coullaut Valera. Fotografía: Víctor Heredia.





[1].Una imagen y una descripción del boceto de Coullaut Valera para el monumento sevillano a Cervantes, firmada por Luis de Cartagena, en el diario ABC (Madrid) de 22 de marzo de 1925.

domingo, 13 de enero de 2019

NUESTROS PARIENTES MÁS CERCANOS: OTRAS GRANDES COLECCIONES


La galería del Quijote del Gaona no es hija única, aunque sí es la hermana mayor de su familia. Como iremos viendo en sucesivas entradas, la difusión nacional e internacional de los azulejos quijotescos sevillanos, empleados para la decoración arquitectónica, alcanzará a partir de 1920 grandes proporciones y llegará a prácticamente todos los rincones del planeta en los que la cultura hispana haya dejado alguna huella. De momento, nos centramos en nuestra geografía para presentar a dos de los parientes más cercanos de la colección del IES Vicente Espinel, de Málaga; se trata casi con toda probabilidad de las dos principales colecciones conocidas de zócalos seriados de la Casa Mensaque, Rodríguez y Cía.



La primera de ellas está en Alcázar de San Juan (Ciudad Real), más concretamente en la antigua fonda y en la sala de espera de la estación de ferrocarril. La colección reúne un conjunto formado originalmente por 380 piezas, que recientemente, en noviembre de 2016, ha sido declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Elemento de Interés Patrimonial1. La instalación de estos paneles se tuvo que realizar durante las obras de mejora de las instalaciones de la estación efectuadas a mediados de la década de 1920. Hoy en día se mantiene en estado original la sala de espera de la estación, decorada con la colección de azulejos. Tras unos meses de reformas, la fonda se abrió en mayo  del pasado año como un nuevo espacio cultural municipal que permite la exhibición de un pequeño museo del ferrocarril y la salvaguarda de la colección cerámica.

Estación de Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Sala de espera. Fotografía: Eloy Jiménez

La segunda, de mayor importancia por su tamaño, es la que se conserva en los zócalos de la vivienda que el notario y promotor del andalucismo Blas Infante construyó en Coria del Río, a pocos kilómetros de Sevilla. En diferentes estancias de la casa, denominada Villa Alegría o Dar-al-Farrah, se disponen cerca de 750 azulejos que han sido atribuidos tradicionalmente al taller de Pedro Navia Campos, que trabajó en varios elementos decorativos del inmueble. Sin embargo, tras un examen de la colección podemos sin ninguna duda afirmar que proceden de la empresa Mensaque, Rodríguez y Cía., aunque con la presencia de algunas piezas sueltas similares de otros fabricantes, quizás de Ramos Rejano. La casa está integrada actualmente en el Museo de la Autonomía de Andalucía y fue declarada en su integridad Bien de Interés Cultural en 20062.
Casa de Blas Infante. Coria del Río (Sevilla). Fotografía: Rafael Maldonado
El conocimiento detenido de estas colecciones nos permitirá ponderar en su justa medida el valor de la colección del Gaona en la que, como hemos señalado en anteriores entradas, encontramos elementos que la hacen única, como son sus dimensiones y su intencionalidad didáctica, revelada por estar instalada en un edificio oficial de uso docente y por la colocación de las piezas de tal forma que invita al visitante a seguir su apasionante lectura. 




Diario Oficial de Castilla-La Mancha de 3 de noviembre de 2016.
2 Queremos agradecer a Dª. Paloma Cano, directora del Museo de la Autonomía, y a Francis las facilidades que nos han prestado para conocer de primera mano la colección.